Cañadas de Huatusco, mosaico vegetal

*El antiguo Camino Real cubierto por el bosque mesófilo, nos adentra a cañadas, lomas, cuchillas que llevan a ranchos ecoturísticos; recorrerlo es sumergirse a un mosaico vegetal y a una fauna tímida

Nayra Rivera

Huatusco, Ver.- La vida en el bosque mesófilo de montaña es abrazada por un habitante silencioso que solo se percibe a la distancia: la niebla. No se puede tocar, pero baña de rocío a helechos y flores milimétricas que se esconden entre las hojas secas del Camino Real, el sendero que hace 150 años conectaba a Huatusco con la capital veracruzana.

Lo que alguna vez fue un empedrado perfecto, por el que pasaron caravanas presidenciales, fue devorado por uno de los ecosistemas más variados y frágiles del planeta, presente solo en un 0.8 por ciento del territorio nacional.

Para disfrutarse el recorrido se hace a pie. La zona se caracteriza por tener un relieve de cañada, un terreno bajo que se encuentra entre lomas y cuchillas, y que durante la época de lluvias sirve como caudal de agua. Entre más profunda es la cañada, menos llega el sol y más humedad baña la tierra.

No importa donde pose la mirada, el lugar es un mosaico vegetal multitonal. De entre todas las especies, los helechos sobresalen, que van desde ejemplares diminutos que tapizan el suelo hasta los arborescentes, cuyos frondes pueden alcanzar varios metros de longitud, dando la ilusión de que los paisajes de la prehistoria están allí, resguardados.

La fauna, aunque tímida al contacto humano, deja huellas de su paso. Coyotes, armadillos y mapaches marcan el suelo con sus patas, abriendo huecos entre la maleza.  La vida en el bosque es tan abundante que puedes percibirla incluso si cierras los ojos: trogones, oropéndolas, tucanetas y motmots son solo algunas de las especies que habitan el lugar. Entre rumores, se habla de un visitante majestuoso que se oculta entre los árboles de haya y las enredaderas, pero aún no ha sido captado por un lente fotográfico: el quetzal.

El camino que atraviesa el bosque es una desviación de la carretera que sube al Cerro de Guadalupe, a unos tres kilómetros del centro de la ciudad, cruzando el libramiento, donde se pueden encontrar alojamientos, comida y, lo más importante, al menos una decena de cafeterías que ofrecen café de altura sembrado en los alrededores del bosque de niebla.

La zona es habitada por una comunidad cooperativa que implementa y comparte alternativas de cultivo para la regeneración del territorio. El turismo que llega a la zona es educativo, pues en el bosque se encuentra la Reserva de Las Cañadas, un centro de agroecología y permacultura que ofrece decenas de cursos como bioconstrucción, ecotecnología, tenencia de tierra y gobierno comunitario, entre otros.

Desde hace cuatro años, el Rancho Ashram del Bosque abre sus puertas en un festival con el que despiden a la primavera a través de encuentros como talleres artísticos y de agroecología, venta de productos locales, música, obras de teatro y otras actividades. Le llaman La Verbena, y durante tres días festejan la llegada de la primavera y sus bondades. Este año se realizará los días 21, 22 y 23 de mayo.

Este espacio es un abanico de oportunidades para aquellos interesados en conectar con la naturaleza, pero sobre todo, con personas que anhelan compartir saberes para disfrutar y preservar el bosque de niebla.

Cuando todo termina, el silencio vuelve al bosque. La niebla baja de nuevo, envuelve los helechos y cubre el antiguo Camino Real, como si nunca hubiera sido interrumpida.

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